viernes, 10 de enero de 2014

Princesas.

Erase una vez, en una pequeña ciudad, una frágil niña.
Casualmente, era la única que no era una princesa. Las detestaba, pero a la vez soñaba ser como ellas. Los demás niños, por no ser como ellas, la insultaban. La humillaban. ¿Que hacia nuestra frágil niña? Defenderse como podía, hacer oídos sordos, no llorar.
Creció. Se hundió. Seguía sin ser una princesa. Los demás, continuaban con sus burlas día tras día. Cuando ya no pudo más, se hizo daño. Llorando, se lo contó a su pobre madre, la cual la regañó y le dijo que nunca jamás volviera a hacer eso, o podría salir muy herida. La apoyó. La dio ánimo. Pero ella quería ser una princesa
Se hizo mayor. No aguantó. Se intentó hacer daño de nuevo, pero era demasiado cobarde. No, las princesas no eran cobardes, eran perfectas. Se perdió entre las lágrimas, se hizo el silencio en voz. Recordó y se ahogó más. Quién sabe dónde está ahora. Quizás perdida aún entre sus lágrimas. Quizás escondida en el silencio. Lo único que no sabe, es que esto, todavía no ha acabado. Ni ella, ni su vida. Tal vez, algún día se arme de valor y comprenda que para ser bonita, no hace falta ser princesa, ni perfecta.








1 comentario:

  1. Me gusto el final "para ser bonita, no hace falta ser princesa, ni perfecta" tienes mucha razon.
    Hay que aceptarnos como somos, querernos!!!
    Un saludo

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